jueves, julio 13, 2006

La Carta


Nunca había recibido una carta. En toda su vida, nunca una postal, una cuenta, una tarjeta, nunca nada que viniera por el correo.
Aquella mañana en que el cartero apareció golpeando la puerta, era la primera vez que veía a alguien practicando el oficio, que sólo conocía por una película basada en el libro de Skarmeta, que alguna vez habían pasado por la televisión. Siempre pensó que se trataba de un oficio ficticio así como el del poeta que también salía en esa película.
Sin embargo, tampoco lo sorprendió demasiado, simplemente sintió que era el momento de recibir una. Fue parecido a cuando se le cayo el primer premolar, ese que dejaba en su lugar un oscuro agujero que se dejaba notar en el borde de su sonrisa. Sin ninguna sensación o sentimiento propio, el hecho simplemente ocurrió.
El sobre, la envoltura de su carta, su primera carta, era todo lo que hubiese podido imaginar si alguna vez hubiese imaginado un sobre, rectangular, con líneas diagonales dobles y simétricas, con vértices marcados y puntiagudos, precisos, ningún trozo de papel que sobrara, la cantidad exacta, la superficie adecuada para contener, sin maltratar, una carta que, y por primera vez reparó en ello, por primera vez recibía. Fue recorriendo los bordes del sobre con la suavidad con que se recorre el cuerpo de la primera amante, fue conociendo en cada uno de sus rincones. Sintió el filo del canto, la agudeza de las cuatro puntas, el relieve de lo dobleces interiores. Cerro los ojos adivinando que se escondía dentro de él. Sintió la tinta, los suaves surcos trazados sobre el papel, surcos que como un escrito braile le iban revelando cada palabra, cada frase, cada oración, el significado profundo de su mensaje.
Supo quien la había enviado y porque, sintio estremecer su cuerpo al pensar en ese cuerpo.
Sólo había estado enamorado una vez. Nunca fue un seductor o un tipo que interesara al tipo de chicas que a él le hubiera interesado interesarle. Los primeros labios que tocó fueron los de la chica gorda y poco agraciada del barrio jugando a la escondida china, aquella noche de verano en que pudo quedarse en la calle hasta mas tarde gracias al asado familiar que había reunido a parientes y amigos lejanos en su casa. Aquella noche, en que refugiados en los matorrales de la señora Julia, se habían besado sabiéndose dos despreciados, sabiéndose dos disgregados, sabiéndose ajenos a los que sólo ellos llamaban amigos. Sabiendo de antemano, que serían el objeto de burla por mucho tiempo, y sabiendo que después de esa noche, después de ese beso nunca mas se dirigirían la palabra.
Su primer amor fue la chica deseada por todos. Fue ella la que lo sedujo, fue ella la que le descubrió algún extraño encanto superior por mucho al resto, aunque ella no lo supo. Siempre la observaba mientras ella e abrazaba y besaba con el que era su pololo, el 9 de equipo de fútbol del barrio, "Los Indios Bravos Jr.". Lo único que quería era que ella supiera d su existencia, la observaba durante los partidos en el habilidoso 9 se encargaba de convertir y dedicarle los goles a la chica que sin saberlo le estaba siendo codiciada.
Sentía cada beso entregado como un beso en sus propios labios, sentía cada caricia como propia, sentía que cada palabra tierna era recibida por su oído con el lento erizamiento de los vellos del cuerpo, sentía que Sergio Dalma lo había observado y le cantaba cada vez que escuchaba su canción(esa chica es mía) en el walkman, que ,de fondo, iba poniendo el soundtrack de sus pasiones.
Ahora, y a través de las yemas de sus dedos, por fin sabia todo. Sabia que solo había una fingida indiferencia, sabia que siempre supo de su existencia, a través del sobre lacado, supo que cada beso, cada caricia, cada palabra estaba inspirada en él. Supo que todo el tiempo en que observó a través de las ventanas empañadas del automóvil, cada gemido era de y para él, supo que cuando fue descubierto, golpeado y humillado, fue sólo para seguir jugando el juego del misterio y de lo prohibido, supo que los dientes perdidos serian fuertemente recompensados. No necesitaba saber nada más, tomó el sobre, lo acercó al fuego, y observó como lentamente se consumía. Se acerco a la mesa, tomó lápiz y papel, y volvió a escribir.

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Tapia...

Te tomaste esto de la literatura bien en serio...
Descubriste que la informática promueve la literatura
...”Gracias Santa Query por el tiempo concedido”...

Leyendo este cuento me recordó un libro de Miguel de Unamuno que hace ya varios años tuve la obligación de lee, no por que me interesará conocer la obra de este gran escritor y filósofo español, fue más bien porque a mi profesor de la media se le ocurrió que así fuera, y para inculcarnos el habito de la lectura le aplico la categoría de Coeficiente 2, el máximo escalafón de auto motivación estudiantil.

En fin, la obra en cuestión se llamaba "Niebla" y tus cuentos tienen algo parecido en la manera de comenzar y transcurrir esta historia, en donde los acontecimientos del protagonista son solo un pretexto para contar otras historias o filosofar un rato.


Mayor información en: http://es.wikipedia.org/wiki/Miguel_de_Unamuno



Christan W.

1:03 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Great site lots of usefull infomation here.
»

6:02 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Your are Nice. And so is your site! Maybe you need some more pictures. Will return in the near future.
»

9:23 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home